hace unos años leí el libro de Marie Kondo de limpiar y desechar cosas de tu vida. incluso fue uno de mis libros favoritos por un tiempo. entre muchas otras cosas, la filosofía de Marie es que guardar cosas que no usas sólo porque te traen recuerdos, no le hace justicia ni a las memorias ni a las cosas. fue así como esa vez que hice el #KonMari a mi ropa, deseché todas esas playeras gigantes que me regalaban en el Tec porque ni las usaba, ni me gustaban, ni me quedaban.

a partir de ese momento fui un poco más cuidadosa con las cosas que compré y conservé. al final, aprendí que las cosas no son recuerdos. o según yo, eso había aprendido.

ahora estoy #CerrandoCiclos, #LimpiandoMil y haciendo por completo el #KonMari (la última vez sólo lo hice con mi ropa). la principal razón fue que durante el verano viví con lo que había en una maleta y realmente no me hizo falta nada. cuando regresé me dije a mí misma: creo que tienes muchas cosas que no necesitas ni usas. y pues sí. #wanderlust.

cuando estás limpiando y tirando cosas, hay cosas que son más fáciles de desechar. ropa que no te queda, plumas que ya no sirven, papeles que ya no puedes reusar de ninguna otra forma. el ticket que nunca facturaste del 2016.

pero luego están las cosas más difíciles. esas cosas que no son útiles como objeto (como los libros) pero que de una u otra forma son útiles para la vida (como los libros). también están las fotos, por ejemplo. no sirven para nada mas que para reírse de la moda de los 90s. o también sirven para recordar el amor y cosas así. ahí les va un chisme de 1946:

estos son los objetos que me causan más conflicto. ¿qué conservar?

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sidenote: apenas estuve en el museo de Etnología de Viena y una parte se pregunta justamente eso. ¿qué tenemos que conservar de la vida de ahora para que las futuras generaciones nos entiendan? lo que más me gustó es que había unos pantalones africanos con prints de Obama. es definitivamente algo que hay que conservar.

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naaaaada me había causado tantos problemas de decisión como mis libretas y agendas. unas son de 1997, cuando tenía 9 años. ¡9 años! ahí, más que cosas mías, tengo dedicatorias de mi familia y mis amiguitas de 9 años.

una parte en mí las ve y quiere tirar todo a la basura. realmente son objetos que ocupan espacio y que no sirven para nada.

recuerden, los objetos no son memorias. O ESO PENSABA.

pero otra parte de mí se resiste. y por muchas razones.

en una de estas libretas tengo un diario que escribí durante las vacaciones de diciembre de 1999. o sea, ahí pongo… ¡YA ES EL 2000 DOS MIL! (así lo puse, con número y letra). mi hermana vino, vio la libreta y la empezó a leer. nos acordamos de muchas cosas y nos reímos de otras. como un día que literalmente me desperté, vi la tele, desayuné, vi la tele, comí, vi la tele, me metí a bañar, vi la tele y luego me fui a dormir. no muy diferente de mi vida de ahora, la verdad. le dije a mi hermana que estaba pensando en tirarla. ella me dijo que no: ¡son las primeras cosas que escribiste, no la tires!

luego tengo agendas de la prepa y la uni. más que agendas, las usaba para registrar lo que había hecho. si había ido al cine, pegaba el boleto. si había ido a cenar, ponía con quién y a dónde. si me habían dejado tarea, también lo anotaba. tengo pegadas cosas de cuando fui a Machu Picchu, por ejemplo.

no sé si mi yo del pasado lo hizo con la intención de que un día, a los 31 años, leyera las páginas y recordara que ese lugar en el que estuve ya no existe (RIP Búrbula de Cholula). que muchas personas ya no están (RIP muchos amikes de la prepa). que hay cosas que nunca van a cambiar (como que un día no fui con mis amigos por quedarme a ver la tele NO PORQUE TODAVÍA LO HAGA Y ASÍ AMIGOS SÍGANME INVITANDO). y que las preocupaciones que tenía antes, no tienen nada que ver con las que tengo ahora.

luego están las libretas de cuando empecé a trabajar después de la universidad. incluso hay una libreta que tiene apuntes del último semestre en la uni y cosas del trabajo al mismo tiempo. es una libreta transicional. transicional es una palabra que existe, bye.

abrir esas libretas y ver sus páginas me trajo muchos recuerdos… QUE NO QUERÍA RECORDAR. como toda esa ansiedad que tuve durante los primeros años de Remarca o esa ansiedad de los primeros años de La Madriguera. o todo ese registro de muchos clientes del infierno. o la ansiedad que me ha acompañado desde la primaria.

un montón de páginas están llenas de números, cuentas de lo que necesitaba para sobrevivir el mes. de los talleres que podía dar, de las cosas que tenía que pagar.

hay muchísimas notas de ideas que nunca hice realidad. de servicios que quería dar y de cosas que leí por ahí y quizás me podían inspirar en algún momento. spoiler: no lo hicieron.

una libreta tiene el outline del primer taller que di en La Madriguera. otra libreta tiene el plan que hicimos para conocer Italia y no morir en el intento. una tiene ideas de cómo hacer cobijas más bonitas y apeluchadas (¡cuando existía Mucho Color!). otra tiene un dibujo de Nico cuando lo llevé a que lo esterilizaran jaja.

en fin. son registros de todo.

y me causa conflicto.

¿es lo mismo recordar todas estas cosas con mi memoria que puede tender a fallar? ¿es necesario que las conserve porque tienen recuerdos importantes? ¿qué tan importante es recordar? ¿dónde las guardo para que no se echen a perder? ¿tendrán la misma importancia hoy que estoy en un momento de transiciones que en un año cuando quizás ya no lo esté?

y entonces las tengo ahí. viéndome.

yo sin saber qué hacer.

a veces pienso que no le estoy haciendo justicia a mis memorias teniendo cosas ahí guardadas que realmente nunca voy a ver. si las tiro, esas memorias se van a perder para siempre. si me las quedo, quizás nunca vuelva a abrir esas libretas y sólo van a estar ahí empolvándose.

y pues ya, en eso estoy. gracias y adiós.