el karma hasta ahora había sido para mí sólo una bella canción de Taylor Swift.
hasta el miércoles pasado cuando me convertí en una víctima más.
así estuvieron las cosas.
salí de mi casa por ahí de las 12 pm para tomar el autobús. me encontré con una amiga ahí y después caminamos juntas hasta el Kunstmuseum. estuvimos ahí como media hora porque en realidad es muy chiquito pero la parte importante es que había una sala donde puedes caminar sobre vidrios rotos. una gran experiencia. les comparto esta foto:
salimos del museo y fuimos a un café donde estuvimos platicando un rato. me tomé un mocktail muy delicioso y luego quedé de verme con mi esposo® para ir a sacar juntos nuestra nueva credencial del autobús. por cierto, esa es otra historia que luego les voy a contar. como ya andabamos ahí, fuimos a comernos unas hamburguesas porque yo sólo había tomado el delicioso mocktail y después de eso fuimos al cine.
si piensan que a qué hora trabajo, no lo piensen y ojalá nadie de mi trabajo vea esto. 👀 o a lo mejor el karma viene por mí. no sé. no lo compartan por si las dudas.
bueno, total que después de ver The Iron Claw, que también es otro tema del que probablemente alguna vez hable, tomé mi chamarra (la chamarra que ven ahí arriba) y me apuré a salir de la sala porque quería ir al baño. entré al baño y colgué mi chamarra y entonces me di cuenta.
😭😭😭
mi chamarra tenía varias manchas chiquitas.
como lo que más me urgía realmente era ir al baño, me senté en la taza mientras seguía viendo mi chamarra y pensando cuándo malditasea se había manchado. ¿dónde? ¿por qué? ¿por qué a la gente buena le pasan cosas malas? como todavía está haciendo frío, pues uno se anda quitando y poniendo la chamarra en todos lados. la dejas colgada en la entrada o la pones al lado. realmente difícil pensar cuándo y cómo pasó todo.
muy triste, salí del baño y le dije a Mauricio que mi chamarra estaba manchada pero qué no sabía desde cuándo ni ningún detalle. abrí las fotos que me mandó mi amiga y vi que ahí ya estaba manchada mi chamarra. entonces todo el día anduve así, al parecer. hice un recuento de la última vez que me había fijado en la parte de atrás de mi chamarra y la última vez fue cuando la había tomado un día antes de un perchero justo enfrente de mí después de comer lunch con una amiga. de ahí en fuera, no me había fijado más, hasta el día siguiente. Mauricio me dijo que parecían manchas de tinta y cuando salimos y empezamos a caminar para tomar el autobús, me vino un flashback a la mente.
* * *
estoy sentada en una banca hasta delante del salón en tercero de secundaria. al lado mío, mi mejor amigo de ese entonces. frente a mí, la maestra de español con un traje sastre rojo y un libro abierto en su mano derecha. una señora muy, muy blanca. no sé qué tipo de maquillaje usa o cómo es su tipo de piel pero siempre parece que tiene piel de durazno. con minipelitos en toda la cara. su cabello siempre está perfecto y no se mueve ni un centímetro. y me cae gorda.
esta maestra es de esas maestras que piensan que son exigentes pero no porque les interesa que seas mejor, sino de esas maestras que piensan que son exigentes simplemente porque te dejan muchísima tarea como hacer planas y a repetir cosas sin sentido. un día, creo que sólo por malvada, nos pide a todos que escribamos cartas de amor y las leamos enfrente de todo el salón. ¡a los dieciséis años! otro día, también creo que sólo por malvada, nos pide que le quitemos el espiral a nuestras libretas profesionales, compremos otra libreta igual, juntemos las hojas de ambas libretas y las cosamos. todo para tener una libreta de 200 hojas que no puedes abrir bien y en la que no puedes escribir sin que sea completamente incómodo. de tarea, nos deja repetir 10 veces qué significan siglas como FEMEXFUT o BANAMEX (¡ya ni existe, para qué tuve que aprendérmelo!). un día, tenemos que escribir el himno nacional cinco veces para aprendérnolos. no se tienta el corazón para sacar a personas del salón. te baja puntos por todo.
you get the gist.
a mi amigo y a mí nos sientan hasta adelante para que no estemos platicando pero traten de detener a dos adolescentes que están probando sus límites todos los días.
la maestra siempre se para enfrente de nosotros muy cerca de nuestras bancas. tan cerca que a veces nos caen gotitas de baba cuando le grita a alguien más. tan cerca, que echamos a las bolsas de su saco lo que se nos ocurre: pedacitos de papel, basura de sacapuntas, papitas. nos reímos en silencio y sólo nos vemos el uno al otro. es tan satisfactorio que la maestra no se dé cuenta, que lo seguimos haciendo cada vez que podemos.
en este momento de mi vida, uso una pluma fuente para escribir. porque la vi en el Lumen y me gustó mucho y me siento elegante y diferente. mi amigo también usa una pluma fuente, porque fue a una escuela alemana y ahí sólo usaban ese tipo de plumas. a lo mejor yo me compré mi pluma por él, pero en mi mente quiero creer que fue una decisión independiente. mi amigo me enseña que si sacudes la pluma, salen gotitas de tinta de ella. a veces hacemos eso para manchar el piso o las paredes.
y así es como un día, sacudimos la pluma fuente por debajo de la banca para manchar las medias de la maestra. lo digo en plural porque no recuerdo quién fue exactamente la primera persona que lo hizo pero al final, lo considero un trabajo en equipo.
los dos nos vemos y nos reímos.
seguimos haciendo esas maldades de vez en cuando. no sé si la maestra se da cuenta de quién lo hace o qué piensa cuando llega a su casa y sus medias y piernas están manchadas pero nunca hay consecuencias.
hasta el 28 de febrero de 2024.
mi conclusión es que alguien tuvo que haberme manchado de regreso del lunch con mi amiga el martes 27 de febrero. no sé si en la parada del autobús o adentro del autobús. siempre me encuentro con muchos niños y adolescentes, así que ya se imaginan cómo son esos viajes.
lo único que quiero decirle a esa o a esas personas responsables es que en 20 años van a estar sentados en la taza del baño viendo su chamarra nueva manchada y se van a acordar de mí y de todas las personas a las que les hicieron lo mismo. y después, mientras limpian mancha por mancha, van a pensar si realmente fue justo lo que le hicieron a esa señora (o señoras). y van a pensar que sí y que lo volverían a hacer y hasta se van a reír mientras siguen limpiando. el karma los alcanzó, pero también alcanzó a esas otras señoras.
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